Ni inmobiliarias, ni bancos, ni los materiales de construcción más comunes, ni una disposición convencional de los espacios. La casa que se está construyendo en los números 85-89 de la calle Constitución, en el distrito de Sants-Montjuïc, no es como las demás. El edificio de La Borda es el resultado del esfuerzo de una cooperativa de vecinos, vinculada al espacio Can Batlló, que está demostrando que otro modelo de vivienda es posible.
Las cooperativas son asociaciones sin ánimo de lucro que pretenden facilitar el acceso a la vivienda a sus miembros. Las decisiones se toman de manera democrática y, con el fin de llevar adelante su actividad, los socios tienen que pagar una aportación inicial y cuotas periódicas. A menudo, estas aportaciones están financiadas por entidades sociales o entidades de banca ética.
“Nuestro proyecto demuestra la fuerza que puede tener la gente cuando se organiza”, asegura al socio de la cooperativa La Borda Carles Baiges. “Somos una autopromoción de personas con una capacidad económica limitada y estamos haciendo el edificio de madera mes alto de España, que tendrá la máxima categoría energética y ya ha ganado premios, y hemos conseguido todo eso sin llamar a la puerta de un banco”, explica orgulloso.
El edificio, que estará finalizado el verano de 2018, tendrá seis plantas y 28 viviendas de 40, 50 y 76 metros cuadrados. Se está levantando en un solar cedido por el Ayuntamiento de Barcelona durante un periodo de 75 años a cambio de un canon anual.
Un modelo pionero en Barcelona
Una cincuentena de futuros vecinos se han unido para sacar adelante la cooperativa La Borda, que ha importado a Barcelona una fórmula de vivienda muy popular en otros países: la cesión de uso. Según este modelo, la propiedad del inmueble es de la cooperativa, que cede el uso de los pisos de por vida a sus miembros.
“Para nosotros es una manera de sacar la vivienda del ciclo especulativo y que no sirva para enriquecerse, sino para disfrutar de su uso”, dice Baiges.
El objetivo de la cooperativa es ofrecer vivienda asequible a sus socios: “Es una de las ventajas de La Borda, y lo es porque el suelo es del Ayuntamiento. Eso es importante porque muchos de nosotros tenemos un poder adquisitivo que hace que nos resulte difícil acceder al mercado privado”, añade.
Este proyecto tiene un presupuesto total de 3 millones de euros y no se ha financiado con ningún banco, sino con micropréstamos de particulares y de entidades como la cooperativa financiera Coop57.
Como es una autopromoción, las decisiones sobre el edificio las han tomado entre todos: “lo hemos tenido que discutir todo; ha sido largo y cansado, porque se tienen que pensar muchas cosas, pero también muy gratificante, y la emoción que oímos ahora no la cambiaríamos por nada”, dice Baiges.
La vida en comunidad
La covivienda no sólo promueve un nuevo modelo de vivienda, sino también otra manera de vivir y de gestionar los inmuebles en comunidad. Los socios de La Borda no quieren vivir rodeados de desconocidos, sino que prefieren compartir ciertos espacios con sus vecinos. Por eso han apostado por hacer pisos un poco más pequeños y dedicar metros a las zonas comunitarias.
Por ejemplo, compartirán algunos elementos que no se utilizan de manera habitual, como la lavadora o las habitaciones de los invitados. También habrá un comedor comunitario y una sala polivalente para celebrar cumpleaños o para que los niños puedan jugar.
Más allá del ahorro económico que suponen estas medidas, lo que quieren los futuros vecinos es fortalecer los lazos entre los miembros de la comunidad, crear una red de personas que se cuidan y se ayudan mutuamente.
“Nos gusta imaginar que las personas mayores ayudarán a cuidar a los niños, que los jóvenes subirán la compra a la gente más mayor o que los niños irán juntos a la escuela”, dice Baiges.
Un edificio sostenible y modular
El edificio donde vivirán tiene características muy peculiares. La estructura de madera está hecha de pino insignia, un material mucho más sostenible que el hormigón o el acero porque se requieren menos recursos para producirlo y permite construir mucho más rápido: se levantaron los seis pisos en seis semanas, mientras que si lo hubieran hecho con hormigón habrían tardado seis meses. La madera está tratada para que, en caso de incendio, la casa sea tan resistente al fuego como una convencional.
La Borda será un edificio de muy bajo consumo que prácticamente no necesitará climatización. De hecho, los asesores de sostenibilidad de la cooperativa han calculado que el consumo en climatización de todo el edificio será equivalente al de una casa de 200 metros cuadrados.
Balcones que se podrán convertir en galerías cuando haga frío, una cubierta sobre el patio interior que se abrirá o se cerrará en función de la época del año, la orientación, el diseño, los materiales… Todo está pensado para que el edificio capte el máximo de sol posible en invierno y en verano se mantenga fresco.
Otra característica muy innovadora es que los espacios serán “flexibles”: en caso de que en una vivienda falte espacio y en otro sobre, algunas paredes se podrán desplazar para añadir o sacar habitaciones. Así, los pisos podrán adaptarse a las necesidades de sus ocupantes.