El Ayuntamiento de Barcelona está decidido a promover nuevos modelos de vivienda más solidarios y sostenibles, que garanticen este derecho fundamental para la ciudadanía y hagan de Barcelona una ciudad más justa. Para conseguirlo, el consistorio ha puesto en marcha distintas iniciativas, como la promoción de la covivienda a través de cooperativas de vivienda.
“Barcelona está elaborando un modelo propio, tomando referencias internacionales y aprendiendo de la propia experiencia“, explica en un artículo el concejal de Vivienda, Josep Maria Montaner.
En ese sentido, el consistorio ha abierto un concurso para licitar siete solares públicos destinados a proyectos de covivienda e impulsados por cooperativas de vivienda, que deberán gestionar la construcción y el mantenimiento. Con este concurso se construirán hasta 133 pisos en los distritos de Sants-Montjuïc, Ciutat Vella, Horta-Guinardó, Nou Barris, Sant Martí y Sarrià-Sant Gervasi.
Corresponsabilidad y sostenibilidad, las bases de la covivienda
En un artículo publicado en El Periódico, Montaner asegura que se priorizarán dos aspectos a la hora de escoger las cooperativas: por un lado, la corresponsabilidad en la gestión de la vida comunitaria, teniendo en cuenta la planificación de espacios colectivos; por el otro, el compromiso con un estilo de vida sostenible, a través de medidas como el ahorro energético, la reducción del consumo o el uso de materiales saludables.
“Poder disponer de suelo prácticamente gratuito (se pagará una cuota simbólica) es la mejor aportación que puede hacer el Ayuntamiento para promover la covivienda, además de proporcionar apoyo técnico y orientación para conseguir financiación”, asegura.
Como señala Montaner, se trata de un “cambio de paradigma” contemplado en el Plan por el Derecho a la Vivienda de Barcelona (PDHB 2016-2025), que prevé la construcción de 535 viviendas cooperativas al concluir el Plan y defiende la cesión de uso como fórmula alternativa que evita la especulación y garantiza la estabilidad de los usuarios.
La covivienda en Barcelona
La búsqueda de nuevas formas de vivienda alternativas siempre ha estado presente en Barcelona. Durante la última década, el Patronato Municipal de la Vivienda ha promovido el derecho de superficie: una forma de acceso a la vivienda similar a la compra pero manteniendo la titularidad pública del suelo, con un coste inferior al del mercado.
La cesión del derecho de uso (también conocida como cesión de uso) es otra fórmula que el anterior gobierno municipal empezó a implantar. En este caso, la construcción, gestión y mantenimiento de las viviendas se cede a una cooperativa, los socios y socias de la cual tienen derecho a acceder y utilizar las viviendas pero no son los propietarios (la propietaria es la propia cooperativa).
Las cooperativas de La Borda, en Can Batlló, y Sostre Cívic, en un edificio de la calle Princesa, son dos pioneras en este modelo. “El actual ayuntamiento lo quiere sistematizar y consolidar, promoviendo una nueva generación de cooperativas de vivienda en cesión de uso y creando una fórmula propia barcelonesa de covivienda”, asegura Montaner.
Cooperativas de vivienda: una larga trayectoria
En su artículo, el concejal de Vivienda recuerda que, en Cataluña, las cooperativas existen desde la década de 1950 y 1960, cuando asociaciones como la del Sagrado Corazón de Jesús o Montseny construyeron viviendas de forma paralela a las promociones oficiales para hacer frente a la crisis habitacional del franquismo. El movimiento perduró durante la transición con ejemplos como el edificio Walden 7 de Sant Just Desvern, obra del arquitecto Ricard Bofill.
Las cooperativas de vivienda surgidas a finales del siglo XX, como la de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), la de CCOO y la de UGT, conviven con asociaciones más modernas aparecidas los últimos años, como La Borda o Sostre Cívic, cuyas características se adaptan a los nuevos tiempos.
Como explica Montaner, los referentes de la vivienda cooperativa en el ámbito internacional siempre han sido los países del norte de Europa: Suecia fue uno de los primeros gobiernos en promover políticas de vivienda social y de protección a los inquilinos, mientras que el modelo Andel danés se estableció como referente. Por otra parte, en Sudamérica, las cooperativas del Uruguay combinan las políticas de vivienda con la colaboración y el apoyo mutuo entre los usuarios.