“Vivienda intergeneracional. Aproximaciones a las diferentes necesidades vitales” es el título de la mesa redonda que ha tenido lugar en la sesión de tarde de la segunda jornada del Foro de Vivienda y Rehabilitación de Barcelona (FHAR) organizado por el Instituto Municipal de Vivienda y Rehabilitación (IMHAB) del Ayuntamiento de Barcelona.
Los ponentes –Gaspar Mayor, gerente del Patronato Municipal de la Vivienda de Alicante; Zaida Muxí, arquitecta y autora del libro Mujeres, Casas y Ciudades, y Ana Fernández, arquitecta en Cohousing LAB–, han explicado su experiencia en el diseño o impulso de viviendas intergeneracionales, destacando los beneficios que aportan a las personas que las ocupan y a la comunidad.
Diferentes experiencias en Holanda
La arquitecta Ana Fernández, con más de treinta años de experiencia profesional, ha dado a conocer cómo se gestan los proyectos intergeneracionales en Holanda. “Ahora hay que ver si éstos pueden aplicarse en Catalunya”, ha destacado.
Fernández ha explicado que en Holanda hay unas asociaciones de vivienda con una larga trayectoria que disfrutan de una serie de ventajas económicas y fiscales por parte del Estado. Estas asociaciones tienen una gran importancia dentro del mercado inmobiliario, y el 60% del parque de vivienda social de alquiler se encuentra en manos de estas asociaciones.
“Estas asociaciones llevan a cabo diferentes proyectos intergeneracionales que han sido muy reflexionados por parte de los arquitectos y que han sido pensados para el beneficio de todas las personas que los habitan“, ha explicado Fernández.
Entre los ejemplos de viviendas intergeneracionales encontramos un edificio construido en 1976 que, en un inicio, sólo lo habitaba gente joven, “pero más adelante decidieron que fuera intergeneracional porque la diversidad hace que la comunidad sea más interesante, se fomenta el intercambio, el aprendizaje entre diferentes generaciones es más interesante y el beneficio mutuo es mayor”, ha detallado la experta. En este caso, los inquilinos comparten el jardín, un taller y una oficina.
Un segundo ejemplo data de 1990, y encontramos una gran variedad de tipologías de viviendas que permiten la convivencia de personas mayores, algunas con dependencia, con jóvenes. En este caso el inmueble cuenta con un gran patio abierto al vecindario, lo que permite el intercambio, junto con un jardín interior sólo para los miembros del proyecto. En la planta baja hay servicios comunitarios.
El tercer ejemplo que ha explicado Ana Fernández combina viviendas para jóvenes con discapacidad física y mental con personas mayores. “Antes de definir la tipología de las viviendas hablamos con los posibles usuarios para encontrar exactamente lo que les beneficiara a todos en su día a día”, ha subrayado la arquitecta. Finalmente se decidió instalar un bar-restaurante que gestionan los jóvenes y que ofrece servicio de catering a los mayores. Además, las viviendas son flexibles y adaptables y fomentan que jóvenes y mayores puedan interactuar e innovar conjuntamente.
Otro ejemplo es el de viviendas para cuidadores informales y personas cuidadas. “El Estado se da cuenta que le sale más económico tener esta tipología de vivienda, donde puede vivir el cuidador informal, que puede ser un hijo, un padre, un hermano… y la persona cuidada, que pagar a cuidadores profesionales. Las viviendas se comunican, pero cada uno vive en su casa”, ha comentado Fernández.
El último ejemplo es un proyecto que aún está por construir, pero que quiere unir personas mayores que toda la vida se han dedicado a trabajar el campo con jóvenes con discapacidad, y que exista una ayuda mutua. “Los mayores enseñarán a cultivar la tierra, a reparar bicicletas, por ejemplos, y los jóvenes les ayudarán a hacer la compra, ir al médico… Funcionará como un banco de tiempo, y donde todos salen ganando“.
Para Fernández es muy importante que el arquitecto se anticipe a las tendencias, entendiendo las necesidades que tienen los diferentes colectivos. “Tenemos que crear tipologías que puedan aglutinar diferentes generaciones, fomentar los procesos participativos”, ha destacado la arquitecta como punto final a su intervención, quien actualmente impulsa el proyecto intergeneracional aflorEM, para personas afectadas de esclerosis múltiple de Catalunya.
La suma de personas mayores y jóvenes
Gaspar Mayor ha sido el encargado de explicar los proyectos de vivienda de alquiler intergeneracional que se han llevado a cabo en Alicante. “Las personas mayores tienen un alto nivel de vulnerabilidad y una baja visibilidad, y era necesario tomar medidas para evitar su discriminación en el acceso a la vivienda”, ha apuntado Mayor.
Ante esta realidad, optaron por hacer viviendas especiales para los mayores, que también tienen problemas de soledad y miedo, situaciones que sólo se pueden resolver con otras personas y con la vida comunitaria.
La vivienda para personas mayores Lonja de Caballeros empezó con mal pie. Pronto murieron dos de sus inquilinos, y había quien la llamaba “el tanatorio”. Consciente de que había que darle una vuelta, Mayor y su equipo optaron por abrir la propuesta a gente joven, menores de 35 años, con inquietudes sociales, un compromiso solidario y con ganas de ser un buen vecino, “que es tan sencillo como preocuparte por las personas que te rodean, que viven en la misma finca”. Ahora, por cada cuatro personas mayores hay un joven, que es quien da la voz de alarma si observa alguna situación anómala.
“El proyecto es una oportunidad. Cobramos 200 euros al mes, con conserje, y no tenemos morosos”, ha remarcado Gaspar Mayor, quien ha añadido: “Además, prolonga el tiempo de vida independiente, evita el aislamiento, la soledad y el miedo”.
La sociedad cambia, las viviendas también
La arquitecta Zaida Muxí ha iniciado su intervención explicando cómo ha evolucionado la sociedad y la vivienda con el paso de los años. “Cabe preguntarse para quién son nuestros hogares, ya que la sociedad cada vez es más diversa y cambiante, las agrupaciones familiares han cambiado, los usos de los espacios también son diferentes, porque hoy la gente trabaja y estudia en casa, y debemos tener presente a la hora de construir los lugares donde deben vivir estas personas”.
Muxí ha dado a conocer el ejemplo de un nuevo barrio creado pensando en las mujeres, lo que conllevó mezclar usos en un mismo complejo, y que éste aglutinara una zona comercial, una guardería, un centro educativo… “Todo lo que las mujeres pueden necesitar tener cerca en su día a día para conciliar mejor vida laboral y familiar”.
La arquitecta ha concluido: “Debemos repensar cómo vivimos y cómo queremos nuestras viviendas según las necesidades vitales, según cada etapa de la vida. Y que cambiar de vivienda sea algo normal de acuerdo con estas necesidades”.